lunes, 4 de mayo de 2009

“El Guaraní. Lengua histórica del Mercosur”

Síntesis de algunas de las reflexiones expuestas por el Diputado uruguayo y Parlamentario del Mercosur Rubén Martínez Huelmo sobre la oficialización del guaraní como idioma del Mercosur, en la 35ª Feria del Libro de la Ciudad de Buenos Aires, el sábado 1º de mayo pasado, en la Sala Cortázar:

Apreciados amigos, este tema del guaraní como lengua oficial del Mercosur junto a las lenguas de los otros estados miembros del bloque, español y portugués, no es tan inocente como algunos creen. Tampoco lo fue su persecución.

Se trata de un asunto político de suma importancia, pues pone en el centro varias interrogantes relativas al Mercosur y en especial al proceso de la integración regional y continental.

Interrogantes como ¿Qué tipo de integración queremos y necesitamos? O ¿Qué integración aspiramos a construir?

A esta altura histórica del Mercosur es casi unánime que se desea avanzar más allá del mismo Tratado de Asunción de 1991 y por lo tanto esas preguntas y algunas más se imponen, para otear el rumbo hacia el que nos dirigimos.

No está claro que el rumbo del bloque aparezca como algo compartido, más bien muchas veces tenemos la idea que los actores en lugar de mirar la obra en su conjunto a partir de sus particularidades, observan a la integración con un criterio funcional a sus interesa nacionales y de ese modo crujen las elementales estructuras mercosurianas.

Por ahora seguimos siendo un ámbito donde prima casi que exclusivamente la visión económica, y no seremos tan peregrinos de negar la vital importancia de ello.

Pero ello tiene la pretensión absurda de ser una partida de inicio, que elude muchos otros temas que son fundamentales a los efectos de la integración; partidas por otra parte, que ya venían iniciadas al establecerse el Mercosur. Es que estos procesos no arrancan de cero, por lo general arrastran rémoras que debemos comprender y desbrozar y que esto sea un instrumento que profundice el proceso de integración.

Es evidente que la visión económica no puede ser el único y genuino canal de la integración de los pueblos. Es un buen ejemplo ese que sucede cada vez que se perfora la relación comercial entre los Estados Parte del Mercosur, la mayoría de las veces por variables de las economías nacionales, que por otra parte corresponden a países en vías de desarrollo, que no son del primer mundo, de inmediato surgen voces que ponen en duda todo el proceso de integración regional. Creo firmemente que ello es así porque en lo previo no ha existido una integración cultural profunda, una comprensión sobre la realidad de las múltiples identidades culturales y sociales que conforman el Mercosur y el continente, lo que entre muchos factores amortiguarían desajustes de variada gama que se dan en nuestro proceso de integración. Tan es así que no bien se soluciona, aunque más no sea circunstancialmente algún problema comercial que causó el alboroto respectivo entre las burguesías dominantes, nos viene un suspiro generalizado de tranquilidad como que está todo en orden, que las cosas regresan a su lugar, pero en realidad ello es una sensación epidérmica que carece de otros ensambles necesarios a los efectos de ejercitar la integración de manera fluida y plena y no la integración hemipléjica que hoy sobrellevamos.

También es una realidad que la prensa que mayoritariamente esta a disposición de ese sector es el termómetro donde se radican y trasmiten esos estados de ánimo y esto no es un ataque es una constatación.

Seguramente que a partir de todo ello podríamos establecer una línea de trabajo para conocer cuan integradores somos. Un poco de aquello tan manido, “que por sus acciones los conoceréis”. Por ello este asunto de la lengua guaraní es toda una avanzada para sacar conclusiones en ese sentido.

No nos cabe duda que la verdadera integración la debemos buscar en reconocer los beneficios de la cultura, buscar afinidades, el respeto de las naciones y sus pueblos, valorar la autoestima de los mismos como método de una mayor comprensión de todos y entre todos.

Es que sin ese camino ¿se puede esperar crear un ámbito para la integración política? Claro que no.

Y la verdad que si no concurrimos al reconocimiento de la diversidad cultural, la integración política que se persigue será por lo menos más que dificultosa.

Pero si en lo previo para una integración política es menester buscar y hallar una comprensión y un respeto cultural, ¿no será que ello previamente nos asegurará también una paz permanente?

No será hora de ahondar en nuestros procesos históricos con madurez y verdadero americanismo, con un espíritu critico que ayude a restañar heridas profundas que cargan sobre si algunos pueblos hermanos de nuestra América, de nuestro Mercosur.

Por ejemplo, Uruguay, mi país fue parte de una infame guerra contra el Paraguay en el siglo XIX, esa guerra aparejo la masacre del pueblo paraguayo cuya lectura moderna linda con el genocidio, es decir coadyuvamos en aquellos tiempos a establecer un statu quo que excluyo y condiciono a Paraguay de muchas cosas y cuyos efectos llegan y se hacen notar aún en el presente. ¿Podemos seguir mirando para el costado, haciéndonos los tontos?

Es verdad que a la integración le debemos dar un ambiente benigno y propicio pero también es cierto que no será posible construir integración ignorando el dolor de lo indigno y de la exclusión histórica de ciertas naciones hermanas, aspectos estos que limitan la genuina integración de los tiempos que corren.

¿Se puede hablar de integración latinoamericana cuando aún los más poderosos guardan pabellones nacionales de otras naciones latinoamericanas, como trofeos de guerra?

Esta observación es un tema puntual, pero formula problemas culturales serios, que tampoco allanan un proceso de integración genuino y de confianza entre las partes. ¿Cuántos enfrentamientos bélicos sostuvieron en la historia Alemania y Francia? Hasta que llego no solo la integración del acero y el carbón, llego la paz y la comprensión en pos de una integración ajustada y necesaria a los tiempos. Una integración con el coraje del abrazo y de la reconciliación, eso también le falta al Mercosur. Como vemos todo esto, aparentemente nada tiene que ver con la economía, pero es una apariencia nomás.

Y que conste que no introducimos estos aspectos para exacerbar los espíritus y los ánimos regando de sal la historia, si lo hacemos es para reflexionar como parlamentarios del Mercosur, como ciudadanos del Mercosur y de la integración.

Las peripecias de la lengua Guaraní son sin duda las peripecias del Pueblo Paraguayo.

Gaspar de Francia definió que el guaraní era uno de los factores de cohesión social que tenían los paraguayos.

Durante la Guerra de la Triple Alianza, a la que los paraguayos llaman Guerra Grande, la lengua guaraní fue el alma nacional del Paraguay.

Cuando sobrevino la derrota militar el tratado que se le impuso a Paraguay fue denigrante, no es fácil que un país se incorpore rápidamente de esas situaciones.

Luego de la guerra al instalarse el gobierno provisorio, como era de prever a un gobierno funcional a los vencedores, este planteo “la necesidad de regenerar al pueblo paraguayo para promover su crecimiento y que para ello entre algunas cosas había que desterrar por siempre el idioma guaraní por ser una horrible creación de la ignorancia y el retroceso”.

Como bien afirma el uruguayo Vivian Trías ese tiempo de triunfo del librecambio a Paraguay le trajo su primera deuda externa, además de otros aspectos desnacionalizantes. Así fue que de la mano de las clases dominantes, inmersas y tributarias del pensamiento económico y cultural europeo, se veía como un barbarismo el uso de la lengua ancestral. Pero también por medio de la proscripción idiomática pretendían la segregación social, cultural y política de los pueblos guaraní parlante.

Para ellos se trataba de un asunto meramente de indios, de pobres que no merecía ningún tipo de atención.

Piensen que la sociedad de mi país, a mediados del siglo XIX permitió que los llamados “últimos charrúas” fueran entregados a un truhán francés que los llevo al civilizado París para mostrarlos enjaulados al público francés, como fieras de estas comarcas americanas.

Los valores de aquella sociedad pacata e hipócrita siguen habitando el corazón de infinidad de contemporáneos, esa es la razón de las dificultades que padeció el guaraní.

Era tangible, como veníamos diciendo, el profundo odio de los vencedores hacia todo aquello que implicara o significase atisbo alguno del ser paraguayo y la lengua guaraní en primer lugar como valor cultural que prefigura el ser nacional del Paraguay hoy miembro del Mercosur.

La persecución alcanzaba a todo aquello que distinguía al pueblo paraguayo, los ponchos típicos, algunos hábitos y fundamentalmente desterrar el idioma de toda dependencia estatal. Actos que ejerció el vencedor, desbordantes de una soberbia lindante con la estupidez.

Uds. habrán de perdonar mi sano orgullo, cada día que pasa quiero más a José Gervasio Artigas, el fundador del federalismo en el Rió de la Plata y el primero en llevar adelante la integración con la Liga Federal, y el primero que cuando tuvo que hacer una reforma agraria la dirigió a los más infelices, que eran los indios, los negros y los criollos pobres.

El 24 de abril pasado participe en el 94 aniversario del genocidio armenio en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio legislativo de Uruguay, de ese evento tome un dato revelador que tiene que ver con el asunto de esta noche.

Un sacerdote de la Iglesia Armenia dijo allí que los armenios no han desaparecido de la faz de la tierra gracias a dos factores que siempre han practicado, su fe y su lengua.

Vaya entonces que el tema de la lengua no parece ser un tema tan inocente o baladí, por la sencilla razón que distingue y consolida a los pueblos.

La Guerra Grande del Paraguay trajo muchas desgracias y dio origen a un conflicto de su sociedad, focalizado en el dualismo en torno a la lengua madre, pero tengo la impresión que en Paraguay es una etapa que se va superar, hay una revalorización y existe la convicción generalizada que la fuerza del pueblo guaraní parlante ha derrotado a la infamia.

Luego de mucha discusión hoy es valor entendido que la lengua guaraní posee un valor cultural equivalente a la sustancia de la identidad nacional paraguaya, con mejores palabras así lo leí de Augusto Roa Bastos.

El Parlamento del Mercosur en representación de la ciudadanía del bloque hablo por medio de la recomendación que todos conocemos y ha dado un contundente veredicto.

Es un hecho trascendente pues se trata de un asunto relevante para la cultura americana, la integración debe reconocer y preservar la diversidad de nuestros pueblos, es decir su personalidad, que es sustancia y sinónimo de americanismo.

Va llegando esa hora, el Presidente Evo Morales ha decretado la oficialización del guaraní, el quechua y el aymará y también lo apoyamos.

Sin embargo hay gente en nuestros países que ya están con la calculadora en la mano preguntando el costo de implementar la oficialización del guaraní como lengua de trabajo del Mercosur.

¿Tiene precio la democracia? ¿Tiene precio la dignidad de un pueblo? Esta medida de equidad no tiene precio, pero para aquellos que siempre hablan de números les puedo responder con las palabras que Joan Moles, le dirigiera ayer al amigo y compañero el Dr. Héctor Lacognata, novel canciller del Paraguay: “Espero ver, pronto, que todos los productos comerciales del Mercosur incorporen el castellano, el portugués y el guaraní, además de otras lenguas si ello fuese necesario o deseable. Cosas así situarían a Paraguay en el mundo y generarán industrias culturales, con valor económico, en el país. Y Paraguay se convertirá en un referente en América para otras sociedades que quieren mantener y preservar su herencia lingüístico cultural por motivos de justicia social y de identidad cultural.”

Joan Moles conocido filólogo y sapiente de estos temas, desde Cataluña me ha dirigido un correo para peticionarme que siga trabajando para que esta determinación del Parlamento del Mercosur no quede en agua de borrajas. Desde ya me comprometo a ello y le habré de elevar todos estos antecedentes al Dr. Tabaré Vázquez presidente de mi país, para que nos ayude. Conociendo la visión latinoamericanista de Tabaré, se que tendremos un amigo para esta noble reivindicación. Lo mismo haré con mi fuerza política el Frente Amplio del Uruguay.

Seguiremos avanzando hasta que una lengua originaria se considere oficial y de trabajo en los acuerdos internacionales.

Cumpliremos al mismo tiempo con disposiciones internacionales, como la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, aprobada en octubre de 2003 por la Conferencia General de la UNESCO

La citada Convención tiene como objetivos la salvaguardia del Patrimonio cultural inmaterial, el respeto al mismo y la sensibilización en el plano local, nacional e internacional acerca de la importancia del patrimonio cultural inmaterial y de su reconocimiento recíproco. También se establece en esa Convención que el patrimonio cultural inmaterial se manifiesta en particular en las tradiciones orales, incluido el idioma como vehículo entre los seres humanos.

Por salvaguardia se entiende, según la citada Convención de la UNESCO, toda medida encaminada a garantizar la viabilidad del patrimonio cultural inmaterial en cuestión, sea en el terreno de la investigación, preservación, protección, valorización, trasmisión en la enseñanza formal y no formal, etc.

Tenemos la obligación de atender esa Convención que proviene de las Naciones e involucra al guaraní sin duda alguna.

Es de una gran belleza telúrica el aporte de la lengua Guaraní a la toponimia de América del Sur, su valor cultural e histórico es incalculable e intransferible. Es que distingue al continente, basta con recordar que el propio nombre de Uruguay es una voz guaraní.

Para los orientales uruguayos es un reencuentro con nuestra tradición americanista, pues como es sabido el jefe de los orientales, José Artigas era bilingüe y durante los 30 años de exilio en Paraguay, solamente hablo el guaraní.

En la figura prócer de Artigas, en su pensamiento revolucionario, en su amor por los originarios, los parlamentarios uruguayos hemos encontrado la inspiración para decir que sí al guaraní como lengua oficial del Mercosur.

Les quedo agradecido a todos uds. por la deferencia y la fina atención que han tenido al invitarme a participar en esta bella reunión.

Es cuanto deseaba manifestar.





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