viernes, 28 de agosto de 2009

Debates, vice presidenciables y fórmulas.

Por Rubén Martínez Huelmo

Llegan las campañas electorales y por diversas razones algunos actores políticos pretenden atribuirle a un debate entre candidatos a presidente de la República, una significación desproporcionada en cuanto a su incidencia electoral, incluso he leído que se ha propuesto hacerlos obligatorios por ley.

Con mucho respeto no coincidimos ni con la centralidad que se les asigna ni con hacerlos materia obligatoria de las campañas electorales. No debemos exagerar con este asunto.

Un debate no es más que un insumo de campaña y si el mismo no entra en juego o no se considera necesario utilizarlo, bajo ningún punto de vista es de recibo que se le este escamoteando algo a la opinión pública.

¿Alguna vez debatió Batlle y Ordoñez con el candidato de la oposición?

Alguna vez debatieron por radio Don Luís Batlle Berres y Luís Alberto de Herrera?

¿Debatieron entre si en 1971, Ferreira Aldunate, Seregni, Aguerrondo, Bordaberry y los 4 restantes candidatos a presidente del coloradísimo?

¿Un debate entre ellos hubiera determinado algo en especial, hubiera impedido algo en particular y todo en general? Es claro que no.

¿Debatieron Lacalle y Larrañaga en las internas pasadas? ¿Cuál fue la razón para que no lo hicieran si al fin y al cabo ni programa común tenían? Seguramente conveniencias no declaradas, las que admitimos como elementos de estrategia electoral de esos actores políticos y de su propia dinámica partidaria.

Bien ha dicho José Mujica que debatiría si le conviene electoralmente, es decir si ello se aviene a un interés estratégico general del Frente Amplio en la confrontación electoral.

Lo mismo le sucede a Lacalle cuando dice no querer debatir sobre el pasado, es decir sobre su gobierno, tras el cual el nacionalismo perdió multitud de electores dando por tierra con varías fantasías que se repiten como verdad revelada y que resultaron burdas chafalonías políticas.

Obviamente sus razones tendrá, él sabrá por qué le conviene que no se mire por el “retrovisor”; se entiende que es un asunto pertinente a su estrategia electoral, respetable por cierto, pero obviamente una cosa es que lo proponga y otra diferente que le sigamos el apunte.

El Frente Amplio debe seguir comparando las gestiones y ese es el verdadero insumo de esta campaña electoral, pues allí están las diferencias prolijamente delineadas. Yo diría con ducha y corte de pelo incluidos.

Después de todo es Lacalle quien tiene que hacer llegar a que su Partido pise el 40% de intención de voto, cifra a la que el nacionalismo no ha llegado en todo este quinquenio, no pudiéndose librar de un anclaje promedio del 35% de las intenciones de voto. A menos de 60 días de la elección nacional ese es el problema de Lacalle y es él quien necesita el debate. ¿Por qué razón le deberíamos regalar ese escenario?

A su vez este asunto de los debates entre presidenciables ha traído como consecuencia la contrapropuesta de Mujica, de hacerlo en un régimen de “formulas contra formulas”.

Con ello han quedado instalados por lo menos dos conceptos, uno que el Frente Amplio en esta materia también es innovador y en segundo lugar otro en el que se radica la visión sobre el rol de los vice presidenciables, según Mujica, Lacalle y Bordaberry.

En el caso de Mujica su lógica del debate entre formulas, alimenta el rol que pretende para Astori, para el que sin escapar a la mecánica constitucional buscaría profundizar un modo similar al que Tabaré Vázquez llevo a cabo con Rodolfo Nin Novoa, es decir hacerlo participar en las reuniones de gabinete, ser un verdadero nexo del Presidente y el Poder Ejecutivo con el Parlamento, amén de otras fajinas que a un Vicepresidente se le pueda encomendar como ya ha sido sugerido por Mujica para la eventualidad de ser electo Presidente de la República, destinándole el área económico-financiera, casi nada.

No vemos cual es la molestia de ciertos actores políticos cuando Mujica propone debates entre formulas, al fin y al cabo las elecciones internas dan como resultado obvio candidatos a la presidencia y a la vice presidencia, es decir lo que damos en llamar “formulas”. A eso hemos estado abocados todos de un año a esta parte, y si ello ha sido así no es correcto desde ningún punto de vista y por lo tanto no es políticamente aceptable, pensar que haya razón alguna para ignorar y borrar al candidato a vicepresidente.

El Frente Amplio no debe ni puede desaprovechar a Danilo Astori, por ello el debate para el Frente Amplio debe ser formula contra formula. Son los contendores quienes no quieren vérselas con una formula cuya magnitud política temen sin duda alguna.

La formula frenteamplista se ha amalgamado con características de equipo, a su integración se ha arribado con un trabajo arduo, a veces polemizando en virtud que quienes la integran son personas diferentes, ambos sintetizan a las grandes mayorías nacionales, ambos guardan afecto el uno por el otro y ambos saben que lideran una fuerza política cuya vocación existencial es servir al país.

Bien ha dicho Mujica que un puñado de votos más no habilitan para aplastar a la otra parte. Definitivamente, las internas para el Frente Amplio no fueron una guerra de extermino, la imagen que trasmitimos es la de un equipo y esa imagen es la que va logrando día tras día la adhesión racional de cuanto uruguayo busque para su futuro más democracia y cambio.

Queda demostrado que Mujica no pretende un vicepresidente para “florero”, apareciendo nuestro presidenciable de ese modo como un hombre de conjunto, serio e imbuido de la alta responsabilidad histórica que tiene entre manos. Con su actitud ha estado a la altura de las dignidades para las que el Frente Amplio lo ha propuesto.

Comparemos esa actitud con el individualismo anacrónico de Lacalle.

Basta con observar que cuando Lacalle y Larrañaga visitan al PIT CNT, Larrañaga no abre la boca y esto es una característica de la formula nacionalista desde que juntos salieron al balcón en junio pasado.

Ahora usando las técnicas de Hugo de León todos quieren ir en relevo a discutir con Pepe, da risa, nos hablan como si fueran distintos entre sí y simultáneamente se relojean entre ellos para ver cuanto suman en el futuro parlamento, llave de todo este asunto.

El Frente Amplio les cambio la pisada y pasa al ataque con “doble punta de lanza” y allí muere toda esa ridícula marca escalonada que con cara de póker nos presentan, a ver si mordemos y les damos escenario. Y como corolario de señalar estas diferencias claves entre la psicología de Lacalle y Mujica, entre el individualismo y jugar en equipo, entre el exterminio de un vice presidenciable y construir junto al vice presidenciable, yo le diré al lector que esta película ya la vi.

Fue en la campaña de 1989 que Lacalle propuso como novedad darle al vice presidenciable de la época que fue el Dr. Aguirre, otros deberes, además de las atribuciones que encomienda la Constitución.

Y así una y otra vez expreso en infinidad de tribunas las bondades que tendría desde el punto de vista político e institucional que el vice fuera un nexo activo entre el Poder Ejecutivo y la Asamblea General.

Dos años después el ninguneo al Vicepresidente Aguirre hizo cortocircuito, cuando el Vicepresidente Aguirre le reclamo vía epistolar la sustitución del equipo económico, ello era el cese del Subsecretario de Economía Licandro, del Presidente del Banco Central Ramón Díaz, y del Ministro de Economía y Finanzas Cr. Enrique Braga. Es decir la renuncia de todo el equipo económico, no juzgare la actitud del Vicepresidente de la época no viene al caso, porque lo que importa señalar hoy es como se relacionaba Lacalle con su Vicepresidente.

Dejemos que hable la contratapa del Semanario “Búsqueda” del 12 de diciembre de 1991: “El vicepresidente Aguirre envió al jefe de Estado una misiva de unas 10 carillas… se quejo por la ausencia de un relacionamiento frecuente y habitual con Lacalle, recordó que hacía un año que esas reuniones fueron suspendidas, manifestó su desazón por el hecho de haber sido sustituido en la presidencia de la Agrupación Parlamentaria Nacionalista, se quejo de que el presidente Lacalle no confíe en él para encarrilar las negociaciones parlamentarias relacionadas con los proyectos de ley que promueve el gobierno; manifestó su disgusto por el hecho de que Lacalle mantenía reuniones con dirigentes de su grupo político a espaldas del vicepresidente; etc.”

Esos hechos merecieron que un conocido historiador me comentara que los mismos no tenían antecedentes en los anales políticos de nuestro país, es decir que un Vicepresidente tuviera que comunicarse con el Presidente vía epistolar en virtud del aislamiento ha que había sido sometido por su Presidente.

Bien podría Búsqueda publicar nuevamente esa carta a que refiero, como insumo para esta campaña electoral.

Mujica con su propuesta le ha dado sentido práctico a “la formula” que emerge de la Constitución, desde 1996 a la fecha ellas han pasado a ser un deber político de innegable importancia pero quizás como en tantas otras cosas de la vida nacional, el único que lo ha entendido claramente es el Frente Amplio.

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