domingo, 23 de agosto de 2009

La política es un oficio cruel.

Por José "Pepe" Mujica

Jorge Larrañaga es una buena persona pero no es la virgen María.

Hace un par de meses todo el país lo escuchó hacer las más graves insinuaciones sobre la condición moral de Lacalle: dijo, nada menos, que Lacalle no podía mirar a los ojos a la gente. Es decir, que debía bajar la mirada: supongo que avergonzado por la deshonestidad que muchos blancos se han cansado de imputarle en los últimos años.

Pero después cayó en un estado de amnesia total sobre el asunto y ahora junta votos para quien despreció públicamente.

Por haberlo visto practicar estas piruetas, es que no le creo cuando pone esa cara de terrible ofensa por mi salida, medio guasa, de que estaba haciendo trabajo de perro faldero cuando me atacaba.

La política nos obliga a todos a tragarnos sapos, pero algunos sapos tienen peor sabor que otros.

Si el Dr. Larrañaga puede digerir ese enorme sapo es porque tiene un estómago de fierro. Casi toda su carrera política se construyó sobre la idea de que venía a limpiar al Partido Nacional de las vergüenzas que había adquirido en el gobierno de Lacalle.

Fue una hermosa tarea: era el partido de Wilson y de Aparicio volviendo a la más sagrada de sus consignas: "El gobierno es dignidad arriba y regocijo abajo". Con un subrayado en “dignidad arriba”. O en palabras del propio Larrañaga: “Soy un hombre de palabra, la empeño en cada obligación que asumo, la cumplo con hechos. Puedo errar porque soy un ser humano pero no esperen de mí ni traición ni desviaciones éticas que no nos incumben a la historia de mi partido”.

Lo dijo el 24 de junio. No han pasado dos meses y Larrañaga ha arriado por completo la más importante de sus banderas. Es una lástima, es un hombre joven y podría haberse preservado para seguir haciendo contribuciones a la decencia del sistema político, que tanto se necesitan.

En política es inevitable pelearse y amigarse por muchas cosas. Lo hacemos todos los días en las internas y en las externas. Pero cuando se trata de la honradez, no hay espacio para hacer equilibrio sobre un alambre.

En lugar de decirle a Larrañaga “perro faldero”, debí decir de primera todo esto. No fui tan valiente, quise jugar un poco al vivo que dice sin decir y está visto que no me sale bien. Por lo que lo pongo acá con todas las letras: Dr. Larrañaga, es una desilusión que haya aceptado acompañar a Lacalle.

Artículo publicado originalmente en: Pepe Tal Cual Es – 21/08/09

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Recuerde que además puede escribirnos a nuestra dirección de correo.
Gracias