miércoles, 9 de septiembre de 2009

El mausoleo y los restos de Artigas.

Exposición del Diputado Rubén Martínez Huelmo referida al Proyecto del Poder Ejecutivo de trasladar los restos de José Artigas al Edificio Independencia; Cámara de Representantes 8 de setiembre.

SEÑOR MARTÍNEZ HUELMO.- Señor Presidente: vamos a agregar algunos comentarios de nuestra factura, coincidiendo con el informe del señor Diputado y compañero Edgardo Ortuño.

Queremos hacer algunas aclaraciones, sobre todo de algunas capciosidades que van dirigidas al señor Presidente de la República. Nosotros también podríamos devolver el guante y decir que el Embajador de Uruguay en Washington y en Madrid durante aquel período era un importante líder del Partido Colorado. Así que si se nos quiere inferir algún tipo de herida o lastimarnos con nuestro compañero y amigo, el doctor Tabaré Vázquez, podemos devolver el guante como hemos dicho y manifestar que el Embajador del régimen en las importantes ciudades que hemos nombrado era uno de los más importantes dirigentes del Partido Colorado, según la elección de 1971. Pero creemos que ese no es el tema; aquí no venimos a hablar de asuntos personales.

Desconocemos cuál será el resultado de esta votación porque no venimos con la orden debida a dirimir este asunto; venimos con total libertad a expresar lo que pensamos. Además, sabemos que en la bancada hay como en la Cámara y como hubo en el Senado diversas opiniones, que respetamos, pero que en realidad no nos obligan, y eso tampoco es una mala práctica. Por lo tanto, entendemos que nunca es tarde para estas cosas y que la oportunidad que también se ha cuestionado es lo de menos.

A nuestro modo de ver, este asunto posee como ya dijo un señor Diputado infinidad de ramificaciones. Este asunto obliga a pensar y, por lo tanto, a explicar muchas cosas importantes para el país y sus ideales. Por eso es oportuno, porque no estamos hablando de cualquier personaje.

Por lo tanto, no estamos de acuerdo con esa suerte de haraganería intelectual que ha campeado en muchos ámbitos diciendo: "Dejen tranquilo a Artigas". No, señor Presidente, la cosa no es así; es a la inversa porque es la presencia de Artigas la que intranquiliza a muchos y conmueve a otros. La vigencia de su pensamiento y de su ejecutoria es, sin lugar a dudas, la tradición más profunda, la entrega más señera que nos da el pasado para proyectar al futuro a nuestra nación bajo todos los aspectos, porque la carga ideológica del General Artigas ilumina todos los caminos actuales de la democracia, de la República, no solamente en el campo de los derechos públicos y constitucionales, sino también en el de la producción, el desarrollo estratégico de nuestro país y, diría, hasta los derechos humanos, todos. No hay ámbito incluido el cultural en donde la presencia del General Artigas no ilumine el camino del país. Por lo tanto, este es un tema muy importante, aunque muchos digan que no lo es.

Además, coincidiendo con el colega Edgardo Ortuño, queremos decir que este asunto no se remite solo al traslado de las cenizas sino, realmente, al amordazamiento de que fue víctima el General Artigas por parte de quienes decían ser sus subsidiarios y sus herederos directos, a quienes la nación les entrega el porte de las armas de la República ni más ni menos, señor Presidente , y que, además, son funcionarios del Estado que dependen de la vía presupuestal para tener lo que deben tener y para funcionar adecuadamente.

En esta materia lo que no es tradición es plagio, como decía un célebre pensador hace ya unos doscientos años. Por eso, entendemos que la vigencia de Artigas es cerno puro, y no hay bronce ni tumba que la contenga, como ya quedó demostrado con el amordazamiento del que fue víctima en el año 1977. Él más que ninguno, señor Presidente, representa los valores y principios de toda nuestra nación y por eso sentimos que vive, y que conste que no estamos realizando ningún giro oratorio con esto que acabamos de decir.

Vamos a decir lo que creemos como están diciendo todos aquí porque este no es un proyecto de ley que tenga un articulado; es algo muy subjetivo todo lo que flota sobre este tema.

El Mausoleo, en su arquitectura, es funcional a la dictadura; no nos cabe la menor duda. Discrepamos con todo lo que se ha dicho en contrario de esta enunciación.

Hace poco discutí, vía Internet, con una amiga, maestra de enseñanza primaria. Precisamente, esta querida amiga traía a colación esta discusión que se sobrellevó hace un rato y le respondí que cuando los dictadores pusieron a don José en el Mausoleo lo sacaron del Panteón Nacional del Cementerio Central, donde el ambiente tenía problemas de humedad, como los tiene ahora el Mausoleo. Sin embargo, eso no es lo más sustancial. A mi modo de ver, como toda obra de arte, las obras arquitectónicas detrás tienen filosofía e ideología. Es decir, no hay ninguna obra arquitectónica en el mundo que no represente el estilo de determinada época, con lo que quiero decir que el Mausoleo no es neutro. No me cabe duda de que el Mausoleo guarda fidelidad con la época en la que fue construido y, obviamente, con quienes encomendaron su construcción. Se trata como bien decía Ferreira, desde Londres de una obra que colide con el estilo augusto, republicano y democrático de José Artigas y que, además, exhibe impúdicamente la prueba a flor de piel, es decir, eludió desde su nacimiento exponer el pensamiento político de Artigas. Esto es coincidiendo con el señor Diputado Ortuño la clave de este asunto. Nosotros no queremos ser haraganes intelectuales y obviar esto que es fundamental. Por eso estamos a favor de este proyecto, desconociendo cuál será su resultado y aún sabiendo que hay diversidad de opiniones. No es comparable a una carretera o a una represa; esas obras son siempre iguales: un poco más ancho, doble vía, en decir, funcionales al flujo de autos, al peso de los camiones y al tamaño de las máquinas hidroeléctricas, en el caso de la represa. El ingeniero que hizo los accesos no intentó trasmitir nada, pero el arquitecto que hizo el Mausoleo tuvo que negar el pensamiento de Artigas, que es la sustancia de su valor, como bien se decía en una casete que anduvo por allí hace un par de meses.

Lo que tengo muy en claro es que las Fuerzas Armadas de aquella época no eran el paradigma de patriotismo que decían ser, y que aquellos funcionarios no eran los depositarios de todos los atributos del artiguismo. El artiguismo como dijo hace unos días el Brigadier General de la Fuerza Aérea no es propiedad de nadie en particular, es de la nación; por eso es que le decía a esta compañera que dentro de mis humildes posibilidades siento que no puedo coincidir con todo aquello que los niegue, como el caso del Mausoleo. Por lo tanto, coincido con el pensamiento del Presidente de la República de hacer algo al respecto.

Esto que acabo de decir en cuanto a que no es una obra neutra está muy bien expresado en un ensayo que tiene la Cátedra de Sociología de la Facultad de Arquitectura, que avala perfectamente lo que vengo diciendo aunque, obviamente, es consabido que ninguna obra de arte es neutra.

En cuanto al Mausoleo, creo que es una obra horrorosa, que destruyó la Plaza Independencia, no solamente por esas dos barreras que tiene al costado que sirven para que uno no se caiga por las escaleras sino, además, por la mastaba que tiene detrás el monumento; la transformó en un corredor por donde la gente no pasa, ni se acuerda de que ahí está José Gervasio Artigas. La verdad es que cuando uno mira para adentro la oscuridad asusta, más allá de que los niños hagan silencio cuando visitan con los maestros esa horrorosa obra de arte. El Mausoleo no tiene el calor humano ni el sentido republicano que persigue y que nos da la figura de Artigas.

Aquellos tiempos fueron de lucha ideológica, aunque la gente no tenía diarios ni prensa, porque estábamos en una dictadura. Quienes actuábamos políticamente en aquel tiempo sabemos muy bien cuáles eran los detalles que estoy mencionando pertinentes al Mausoleo. Era una época en la que el poder establecido de los que se decían artiguistas elaboraba el proyecto de reforma de 1980; ahí estaba la discusión de la casete de Wilson. No era por el Mausoleo que se discutía, sino por el proyecto de reforma de los señores que dieron el golpe de Estado. Era un proyecto que tenía un tribunal de control político que obviamente estaba dirigido por el Poder Ejecutivo y por las Fuerzas Armadas de aquel tiempo que, evidentemente, cuando la ciudadanía se expresara y encomendara a un legislador determinadas causas, tenía la potestad de sacar a quien era representante de la soberanía popular. Recordemos en qué terreno se discutía, que aquella dictadura intentó apropiarse del General Artigas, vaciándolo de contenido y simplemente quedándose con su figura, para usarla a su gusto. Recordemos aquella discusión de 1980, que se dio contra un poder militar que ignoraba, precisamente, lo que había hecho un gran General, como dijo un señor Diputado, porque Artigas fue un gran General, un gran militar, aunque el General Artigas era un general constitucionalista, y así consta en el artículo 18 de las Instrucciones del Año XIII, que decía: "El despotismo militar será precisamente aniquilado con trabas constitucionales que aseguren inviolable la soberanía de los pueblos". De esto se olvidaba, y por eso amordazaron a Artigas para que no se dijeran las palabras que debían figurar en las paredes del Mausoleo, para que no se pusiera aquel ar-tículo 6º, glorioso artículo 6º del Plan de Tierras de 1815, que incluía la frase que inmortalizó a los derechos sociales de toda la República, ya que a partir de allí se construyeron: "Que los más infelices sean los más privilegiados".

Además, tengo una discrepancia con la Comisión, y pido disculpas al querido compañero, señor Diputado Ortuño. No sé si se podrá incluir, pero una de las frases seleccionadas que debe figurar que no se cumplió nunca , que formula los derechos humanos y, diría, podría ser hasta un antecedente de las Convenciones de Ginebra, fue la que Artigas, como recién se recordó, pronunció en 1811 en Las Piedras, la primera gran enunciación política, base de los derechos humanos de la República: "Clemencia para los vencidos". Todos sabemos lo que pasó en los cuarteles con los detenidos.

Por lo tanto, vamos a no hacernos los tontos. Este Mausoleo está cargado de ideología de la dictadura, guste o no a los colegas que dicen que no hay que tocarlo. Nosotros vamos a votar este proyecto, con total y serena convicción. Quizás se pueda arreglar algo con alguna frase, como está establecido en el proyecto que elevarán los miembros de esta comisión interparlamentaria y se pueda mejorar ese horroroso monumento que instaló la dictadura allí, no solo por lo que nos trae a la memoria sino también por su arquitectura, nefasta desde todo punto de vista.

Por supuesto, estoy abierto a la polémica, porque en aquellos tiempos tuve la enorme suerte de no caer preso en un cuartel; si no, quién sabe si estaba acá.

Muchas gracias, señor Presidente.

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