lunes, 26 de mayo de 2008

La Izquierda, las Instituciones y la Democracia.

Intervención del Diputado Rubén Martínez Huelmo en el Taller denominado “La responsabilidad de los parlamentarios de izquierda en el fortalecimiento de las instituciones y la profundización de la democracia”; XIV Encuentro del Foro de Säo Paulo:

El Diputado Rubén Martínez Huelmo junto a Marco Aurelio García, asesor del Presidente Lula en Relaciones Internacionales y Vicepresidente del PT Brasil.


"Queridos compañeros y amigos del Foro de San Pablo, bienvenidos a Uruguay, espero que sientan que nuestro país y nuestro corazón es vuestra casa.

Sobre el tema hablaré a partir de la experiencia nacional de Uruguay, pues cuando nos encontramos entre gente comprometida con el destino de nuestra América multiétnica, multilingüística, multicultural, por nuestra América la de las mayores desigualdades sociales y económicas, debemos hablarnos con confianza, abriendo nuestro corazón a la solidaridad continental y a la comprensión de nuestras experiencias.

Con total franqueza esto de las instituciones y la democracia es un asunto que tuvo su discusión en Uruguay en los años previos a la dictadura. A esa polémica nadie fue ajeno, parece mentira pero tan metida esta la democracia en nuestros partidos políticos, que veíamos el golpe de estado muy próximo, y discutíamos filosóficamente si las instituciones de la democracia eran “adjetivas” o “sustantivas”.

Debo decir que el Frente Amplio como era de prever no fue ajeno a esa polémica, que generó en el seno de la coalición dos opiniones diferentes.

Luego vino la dictadura y barrió no solo con esa discusión, sino con todo atisbo de vida política, gremial, social y cultural es decir se aniquiló a las grandes conquistas del pueblo. Por supuesto que el Parlamento en primer lugar.

Es historia fresca y es historia compartida en toda América. Así como en Uruguay los dictadores decían que habían derribado a la democracia para salvaguardar las libertades, esa ironía no fue menos sarcástica que aquella otra del Cóndor, que es una de las criaturas más representativas de nuestra América sinónimo de libertad absoluta y del señorío americano y que pérfidamente transformaron en la denominación de una de las más grandes y letales pesadillas de nuestros pueblos.

Por ello que en Uruguay cuando la dictadura entró en sus instancias finales, ante un reverdecer democrático, a nadie se le ocurrió proponer un sistema político que innovara sustancialmente al que venia aplicándose hasta 1973.

Allí se comenzó a reconstruir nuevamente una cultura política fundamentada en principios donde “ningún habitante de la República sería obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohibe”, así como aquello de que “la soberanía en toda su plenitud existe radicalmente en la Nación, a la que compete el derecho exclusivo de establecer sus leyes”.

La historia general de nuestro pueblo profundizó principios fundamentales como aquellos que rezan “que nadie puede ser penado ni confinado sin forma de proceso y sentencia legal” o que “la nación adopta para su gobierno la forma democrática, republicana y representativa y que los gobernantes solo tendrán las facultades que les asignen la Constitución y la ley”.

En el caso uruguayo la democracia además de ser el sistema político, jurídico e institucional por antonomasia, se lo entiende también como un estado espiritual de la nación.

Por lo tanto, si la democracia es perfectible, como realidad dinámica, mejorarla depende de que en nuestro fuero íntimo y privado seamos mejores personas y ciudadanos de modo de calificar la construcción de un destino colectivo, nacional e integrador americanista.

A esta altura es menester afirmar que la democracia moderna no se agota en el Parlamento y en las instituciones, pues está demostrado que la sociedad exige, plantea y se expresa por múltiples modos de participación para proyectar y defender sus intereses.

Sin embargo pienso que sin instituciones y en particular sin Parlamento no hay democracia, pues estas no son un bien estratégico, pues sino cabría la pregunta ¿quien se puede arrogar determinar esa categoría? y si así fuera ¿Quién definiría la conveniencia de su circunstancial vigencia?

Pienso además que es responsabilidad de los parlamentarios de izquierda y progresistas ser garantes de cambios, de la apertura de cauces y de mayores garantías para la participación popular.

A modo de ejemplo citaremos algo sobre un bien estratégico como es el agua.

En las elecciones de 2004 cuando el Frente Amplio-Encuentro Progresista-Nueva Mayoría obtuvo aquel triunfo histórico, el pueblo uruguayo simultáneamente obtuvo otro triunfo producto del buen uso de un instituto de democracia directa que posee nuestra constitución. Un instrumento que propuso el legislador constituyente, pero que abre cauces profundos en torno a la participación popular. Recordemos que ante la sospecha que nuestras aguas subterráneas irían a formar parte de las negociaciones que garantieran un empréstito internacional, fueron los trabajadores y el pueblo uruguayo, es decir la participación popular, que logro plebiscitar la nacionalización del agua, las superficiales, las subterráneas, el servicio público de saneamiento y el de abastecimiento de agua para el consumo humano que solo puede ser prestado por personas jurídicas estatales.-

Hoy que tanto se habla del acuífero Guaraní, y del acceso al agua como derecho humano fundamental y de la salvaguarda de los mismos pensando en las generaciones por venir, la movilización popular en Uruguay salvó ese trance de manera aplastante, contra quienes pretendían establecer fines de lucro en la materia.

Por ello luego de la dictadura uruguaya, no se reiteró la polémica previa a que aludí, no era necesario. La realidad cruel de la dictadura con su ejército de ocupación cerrando el Parlamento, luego el asesinato de legisladores, el cierre de partidos políticos, de gremios de trabajadores, estudiantiles, etc. demostró en los hechos la consustancialidad de la democracia y el parlamento.-

Democracia e instituciones, claro que si, para que las formalidades que de ella emergen sean garantía para todos, sin hijos y entenados.

Democracia e instituciones claro que si, en el sobrentendido que ellas valen por si mismas, pero la obligación de la izquierda y de los progresistas además es darle presente, dar a ese marco conexión con las realidades y necesidades de la gente de hoy.

Sentimos que el legislador de izquierda debe activar esos bienes y potenciarlos como canales para dar sentido a políticas que fortalezcan ante los pueblos el crédito en la democracia, profundizando cambios largamente esperados por nuestros pueblos.

Nuestra visión de democracia la convierte en principio organizador de las políticas sociales, económicas y la soberanía de los pueblos que no es solamente aquella de los límites de nuestros países, es decir de la integridad territorial, hoy la democracia debe estar vigilante, debe velar por otras expresiones de soberanía; la soberanía cultural, alimentaría, energética, la biodiversidad, etc.

A esta democracia que estamos aludiendo la llamaríamos democracia de los pueblos.

A diferencia de la que se pretende exportar desde los centros financieros internacionales, lo que presupone tener libertad para no cambiar nada, para no ser contestatarios aunque nos estén pisando, para llenar una formalidad institucional y dejar librado a que el dios del mercado aflija a nuestras sociedades con su profundo desinterés en su problemática y solamente en su beneficio de lucro a cualquier precio, lo que por inmoral no podremos compartir.

Por último es menester hacer votos por la paz y la comprensión de nuestros problemas, respetando nuestras historias y experiencias, levantando la bandera de la solidaridad continental y la dignidad de nuestros pueblos.-

Frente al pueblo los parlamentarios frenteamplistas tenemos claro la premisa artiguista que dice “que nuestra autoridad emana del pueblo y ella cesa ante su presencia soberana” y que la profundización de la democracia será, si obedece a aquel honrado principio que es bandera del Frente Amplio uruguayo y de todas las fuerzas de izquierda del Uruguay, “que los más infelices sean los más privilegiados”.-

Les quedo agradecido por vuestra atención."

Diputada Nora Castro, Senador Mariano Arana, Diputado Rubén Martínez Huelmo, Diputado Eduardo Brenta.


- Acceda a la Declaración Final del XIV Encuentro del Foro de Sao Paulo

- El Taller mencionado al comienzo de este artículo se llevó a cabo el día 23 de mayo pasado y contó con las ponencias de los siguientes parlamentarios: Senadora Gloria Inés Ramírez (PDA-Colombia); Diputado Salvador Ruiz Sánchez (PRD-México); Senador René Arce Islas (PRD-México); Diputado Rubén Martínez Huelmo (FA-Uruguay).

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