Por el Diputado Rubén Martínez Huelmo
El artículo 215 de la ley nro. 16.226 de 1991 establece que a partir de la vigencia de aquella ley “la instalación en cualquier punto del territorio nacional de centrales nucleares de generación de energía eléctrica, publica o privada, requerirá aprobación por ley. A esos efectos el Poder Ejecutivo deberá remitir a la Asamblea General toda la información necesaria sobre las características de la central que se quiera instalar, incluyendo un estudio del impacto ambiental que ésta provocará, elaborado por el Ministerio de Vivienda, ordenamiento Territorial y Medio Ambiente”.
En su momento se entendió que lo antedicho era una prevención adecuada y ajustada a la realidad, y creemos que ello posee plena vigencia.
Un grupo de legisladores de aquella época y de todos los partidos entendimos que podría darse que el Directorio de UTE o aún el Poder Ejecutivo, decidiese, por si y ante si, dar lugar a la instalación de una central nuclear con el fin de generar energía eléctrica sin que ello pasará siquiera por el Parlamento.
Es decir, nos resultaba más que absurdo que los parlamentarios aprueben nombres de escuelas y placitas, y que se pudiese entender, vaya uno a saber por quien, que el Parlamento estuviera ausente de un asunto de esa naturaleza por no tener norma que lo habilitase.
Esta preocupación queda confirmada cuando el ex presidente Dr. Lacalle en la pagina 3 de La República de fecha 28 de agosto pasado, refiriéndose a aquel tiempo dice que, “cuando quisimos traer un reactor que donaba el gobierno de Canadá, para empezar a aprender sobre energía y ya generar en 1993, el Frente Amplio y opositores pusieron el grito en el cielo…”
Por supuesto que el eventual impacto ambiental no estaba contemplado en aquella convulsión nuclear gubernamental que describe el ex presidente Lacalle, que como vemos iba al galope tras la divisa ¡Central Nuclear ya y ahora!
Tampoco estuvo la correspondiente información al Parlamento, por lo que es fácil deducir que el asunto se trato en ámbitos reservados. Por ello pienso que los parlamentarios que estuvimos detrás del artículo 215 de la ley 16.226 actuamos con responsabilidad y tino, y que conste que no eran solamente del Frente Amplio.
Años después, a esa disposición se le sumo el artículo 27 de la ley nro. 16.832 del año 1997, la que” prohíbe el uso de energía de origen nuclear en el territorio nacional.”
En nuestro presente existen dos proyectos de ley presentados uno en el Senado y otro en Diputados los que pretenden derogar el citado art. 27 de la ley 16.832. En la exposición de motivos de los citados proyectos se dice que la prohibición vigente, inhibe el abordaje del tema bajo una discusión nacional.
Es evidente que nadie está impedido de abrir un debate al respecto y por lo tanto nada obsta para convencer primero sobre la pertinencia y proceder luego si fuese necesario a plantear la derogación planteada.
Derogar una norma en primera instancia, para pasar luego a discutir si ella es conveniente o no, es un argumento muy flaco, pero en eso están varios actores políticos, técnicos y académicos y es menester señalarlo.
Pero se derogue o no la prohibición citada, sigue en pie el artículo 215 de la ley 16.226 que otorga al Parlamento la capacidad de aprobar la eventual instalación de una central nuclear para generar energía eléctrica.
Entendimos ayer y lo ratificamos hoy, que esa potestad no podía quedar en exclusividad en manos del Poder Ejecutivo o del Directorio de un Ente Autónomo por más ilustrados y capaces que fuesen sus circunstanciales titulares, y esta es una afirmación respetuosa e intemporal que no roza a nadie.
Por esa razón se entendió oportuno recurrir a aquella antigua definición artiguista que dice que “lo que a todos concierne por todos debe ser deliberado” y sin duda ello se cumple acabadamente con el texto del artículo 215 de la ley 16.226 que pone en el Parlamento la eventual decisión sobre la instalación de una central nuclear.
Allí nos podremos informar de las ventajas o desventajas de este asunto que coincido hay que entrarle y discutirlo sin complejos pero con mucha luz sobre todas sus instancias.
Será oportuno también para desatar de una buena vez la discusión sobre la matriz energética que necesita nuestro Uruguay y sobre que nuevos parámetros deberá funcionar.
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