viernes, 20 de marzo de 2009

Mi voto por Mujica - Benjamín Nahoum.

Por Benjamín Nahoum

Primero, una presentación. Desde 1971 y hasta 1989 voté exclusivamente al lema Frente Amplio, por el engorroso método de poner en el sobre dos listas de dos sub-lemas diferentes. Voté al lema en lo nacional y en lo departamental, y para que el voto fuera lo menos sectorizado posible, elegí también sub-lemas distintos para un caso y el otro.


No sentía, en aquellos años, otra necesidad que la de expresar mi adhesión al Frente más allá de sus sectores. Y votar de esa manera era también una forma de hacer una opción por el movimiento, en lugar de hacerla por la coalición.

El programa, por otra parte, era lo suficientemente claro y preciso, y la historia lo suficientemente determinante, para asegurarse de que cualesquiera fueran los compañeros que tuvieran la responsabilidad de llevarlo adelante, el resultado sería semejante.

En 1994, luego de la primera experiencia de gobierno frenteamplista en la historia del país, de la que fui modesta parte durante dos años, sentí en cambio la necesidad de apoyar con mi voto a los compañeros y compañeras que a mi entender mejor interpretaban las ideas y los principios por los que veníamos luchando desde hacía más de veinte años -y antes.

Es que por aquella época, de caída del socialismo "real", de globalización y de inéditas experiencias, muchas certezas de la izquierda se habían vuelto dudas y aparecían tendencias y corrientes, incluso dentro de los partidos de la izquierda histórica, que, en la necesaria búsqueda del aggiornamento, desdibujaban las propuestas y confundían el rumbo.

Procurando los votos del centro, al que no había que atemorizar y que era el que nos iba a dar el triunfo, se fueron desdibujando también los compromisos y destiñendo el programa, y por eso entendí necesario apoyar a quienes para mí mejor defendían los valores históricos.

Durante todos esos años -cuando voté al lema y cuando voté a sectores-, y aún ahora, siempre he soñado con armar mi propia lista poniendo crucecitas en un padrón, como se hace a veces en los gremios. Eso me habría permitido la primera vez votar a Michelini, a Roballo, a Arismendi, a Erro, a Frugoni, y en la última elección a Chifflet, a Cores, a Sarthou, a Margarita, a Mónica, a Lucía, para citar a los que conozco más y en quienes confío.

Hoy, con cuatro años de gobierno ya transcurridos y el quinto fuertemente delineado por un presupuesto constitucionalmente intocable; con muchas cosas hechas de las que nos sentimos orgullosos, pero también con otras no hechas que están en el debe, nos enfrentamos al desafío de elegir a la persona y al equipo que tendrán la misión, no de continuar los cambios, sino de profundizarlos, que ése es el claro mensaje que surge del congreso del Frente.

Ese mandato tiene detrás un programa con muchas menos ambigüedades que el anterior y legitimado por la discusión democrática en el congreso y las mayorías que lo aprobaron. Ese programa toma todo lo bueno que hizo el actual gobierno como plataforma de lanzamiento para ir más allá, sobre todo en aquellos aspectos en los que sentimos que no se hizo lo suficiente.

Y así debe ser, porque ésa es la condición histórica de la izquierda, y porque a este pueblo que hace sesenta años viene buscando el cambio, elección a elección, derrotando cada vez las alternativas continuistas, no podemos ofrecerle más de lo mismo, sino mejor de lo mismo.

Y bien, con todo el respeto por las calidades morales e intelectuales de los compañeros Marcos Carámbula y Danilo Astori, a mi entender es José Mujica y la gente que lo rodea y lo respalda quienes están en mejores condiciones para profundizar los cambios, porque fueron quienes en el congreso defendieron y sacaron adelante ese mandato.

Hasta aquí lo que me dice la razón: si el programa será en el futuro gobierno una de las dos biblias, junto a la Constitución, como le gusta decir a Tabaré, ¿quién mejor para llevarlo adelante que la gente que lo impulsó y llevó a aprobarlo, y que no tiene dudas sobre su contenido y su validez?

Pero también está lo que me dice el afecto. Y el afecto me dice que a este país increíble en el que nacimos, que le ganó un plebiscito a la dictadura, victoria que sólo pudo festejarse con un millón de sonrisas; que hizo la gesta del voto verde contra la impunidad, venciendo la presión y el miedo; a este país sólo le falta, para transformarse definitivamente en milagro, elegir como presidente a este hombre libertario, que la dictadura tuvo 12 años en un pozo por luchar por sus ideas y que salió de allí sólo para seguir peleando por ellas.

Sería todo un símbolo, una definición de país.

Artículo publicado originalmente en: Portal MPP Uruguay

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Recuerde que además puede escribirnos a nuestra dirección de correo.
Gracias