martes, 4 de agosto de 2009

Entre dichos y hechos; las cosas como son.

Por Diego Vidal Santurión

Repasando, ante el período preelectoral y como forma de dimensionar en su alcance algunos de los logros obtenidos por el Gobierno del Frente Amplio en su gestión, considero necesario realizar algunos comentarios con respecto a la particular visión que de ellos tiene y pretende difundir la oposición.


El Frente Amplio cumplió una buena gestión, responsable y con una marcado perfil social.

Se hizo mucho, y mucho queda por hacer. Aunque algunos quieran embarullar y maquillar con discursos edulcorados sus propuestas caducas, las diferencias entre la actual gestión y las anteriores están a la vista.

Las críticas facilistas y los reproches estigmatizantes están a la orden del día en una oposición que los repite una y mil veces en medios de comunicación que a su vez los multiplica hasta el cansancio.

Así escuchamos con total naturalidad decir que este gobierno le saca dinero a los que trabajan para que los vagos y delincuentes se compren, ¡Oh pecado capital! ¡Dios me libre y me guarde!, vino o celulares. Como si la elección de degustar la bacanal bebida y comunicarse por telefonía móvil fuese derecho de consumo exclusivo de ciertas clases sociales por encima de otras.

Pero nada, o muy poco, oímos del verdadero Plan de Emergencia, y me refiero a plan global y no solo a una de sus prestaciones (el ingreso ciudadano) que como tal ya no existe, aunque el Dr. Lacalle parece haberse enterado tarde. Porque aquel Plan Nacional de Emergencia Social, que como tal era provisorio, es hoy el Plan de Equidad, cuya implementación y coordinación depende del Ministerio de Desarrollo Social y que continúa profundizando las políticas sociales que comenzaron a implementarse en el 2005.

Cito algunas simplemente como ejemplo: Construyendo Rutas de Salida: programa socioeducativo y comunitario que apuntó a la implementación de estrategias para salir de las diferentes situaciones de emergencia social; Trabajo por Uruguay: trabajos transitorios como herramienta para el desarrollo de habilidades laborales y sociales; Atención a los sin techo: ofrece a ciudadanos y ciudadanas en situación de calle un refugio para descansar, además de cena y desayuno, una cama donde dormir, ropa y posibilidad de ducharse; Plan Alimentario: tarjeta de alimentos que otorga a los beneficiarios la libertad de elegir qué alimentos y qué productos de limpieza comprar; Mejoramiento del Hábitat: alrededor de 5.200 familias, han logrado mejorar o están en proceso de mejora de su vivienda con su propio esfuerzo; Proyectos de Opción Productiva; Fortalecimiento de Iniciativas Locales; En el País de Varela: yo si puedo: campaña de alfabetización básica en conjunto con la ANEP y desarrolladas por maestros, que permita el ejercicio del derecho a saber leer y escribir; Programa de Primera Experiencia Laboral: herramientas para ofrecerle a los jóvenes un primer contacto con el mundo del trabajo en forma satisfactoria.

Nada más y nada menos. Y tenemos que escuchar, sin inmutarnos, que uno de los grandes errores del Gobierno fue precisamente el Plan de Emergencia.

Tal vez lo mejor hubiese sido, como fórmula infalible para restablecer el tejido social, construir un baño con bidet y todo en cada asentamiento de Montevideo. Y entonces seremos marginados, excluidos, indigentes, estigmatizados y discriminados; pero al menos seremos prolijos. ¡Por favor!

En el mismo sentido de relativizar y minimizar las políticas implementadas por este Gobierno, algunos abanderados de la seguridad pública que parecen haber despertado de golpe en el Uruguay de hoy, acusan a la administración frentista de suelta presos, hordas de salvajes delincuentes causantes de todas nuestros males; un día sí y dos también piden la cabeza del Ministro del Interior, reclaman la baja de imputabilidad al período prenatal y se relamen seguramente imaginando un nuevo Gianola al frente de dicha cartera.

Sin embargo poco y muy poco dicen de las causas del delito, del proceso de desfragmentación social y profundización de la exclusión cada vez más acelerado que sufrió nuestro país a partir de la implementación de las políticas neoliberales de los 90 (atención Dr. Lacalle), y que explotó drásticamente con la crisis del 2002 (atención Bordaberry, Pedro), entregando a la actual administración un país en estado de emergencia social.

Y nada, absolutamente nada se escucha sobre las medidas y mejoras implementadas por el Ministerio del Interior a lo largo del actual período: mayor incremento de los recursos para seguridad de los últimos 25 años (76% en términos reales), mayor presupuesto para construcción de cárceles que en los 15 años anteriores sumados, mayor aumento en la cantidad de policías que en los 20 años anteriores sumados , salario real de la policía en el máximo de los últimos 20 años, menor incremento de delitos contra la persona de los últimos 25 años, primer periodo de caída de delitos contra la propiedad de los últimos 25 años, mejores registros históricos en represión del tráfico ilegal de drogas.

Y los ejemplos serían de nunca acabar. Porque la oposición, sin propuestas válidas se dedica a tergiversar las medidas del Gobierno, cuando no a mentir descaradamente.

Nadie habla de la excelente gestión del Ministro de Trabajo Eduardo Bonomi. Los Consejos de Salarios, implementados nuevamente por este gobierno desde que Lacalle los dejara sin efecto tras ser electo presidente, parece que no existieran. Los 170 mil nuevos puestos de trabajo, el desempleo inédito del 7 %, el record de aporte al BPS, el notable crecimiento del salario mínimo, el derecho a la seguridad social para las empleadas domésticas, las 8 horas para el trabajador rural, entre otras mejoras; pasan sin pena ni gloria para los que postulan el retroceso a la flexibilización laboral, a la pauperización del trabajo, al desconocimiento de los derechos laborales, al “yo nunca perdí una huelga”, en fin, al paradigma de las relaciones laborales con que se maneja el lacallismo.

El Sistema Nacional Integrado de Salud que aseguró la cobertura médica a 700 mil uruguayos que antes no la tenían y el Hospital de ojos que le devolvió la visión a más de 12 mil compatriotas, aparecen esporádicamente como nota emotiva en los noticieros de horario central. Pero lo sustancial del hecho, la democratización de los servicios de salud, la disminución de la brecha de desigualdad, no se enuncia por ningún lado.

Se habla del IRPF aislándolo de la Reforma Tributaria y se trata de inducir a quien ande desprevenido para firmar en su contra cuando en realidad no se ve afectado. Pero ni una palabra se escucha sobre los sistemáticos ajustes fiscales impuestos por cada uno de los anteriores gobiernos blancos y colorados, ni de su injusto e intocable sistema tributario sostenido sobre los hombros de los que menos ganan.

Se le exige al Ministro Agazzi que dance al ritmo de místicos tambores invocando al dios de la lluvia y las tormentas, pero nadie abre la boca para referirse a las más de treinta medidas que el Ministerio de Ganadería puso en práctica para combatir la sequía.

Hablan de irresponsabilidad del equipo económico en el manejo del gasto cuando, como nunca antes, nuestro país goza de buena reputación y confianza a nivel internacional. Pero callan sus errores, y horrores, en el manejo de la economía. ¿Es que tan frágil es su memoria para olvidar la crisis financiera del 2002 y sus consecuencias? ¿Tan grande es su desvergüenza que pretenden enterrar los escándalos, las ventas irregulares de Bancos, y los numerosos procesamientos de funcionarios de alta confianza del Gobierno del Dr. Luis Alberto Lacalle?

¿Por qué razones el Dr. Lacalle clama y reclama hasta el hartazgo una campaña light sin referencias al pasado?

A confesión de parte señores, relevo de pruebas.

Y podría seguir citando ejemplos hasta el cansancio. Reconozco, eso si, que apoyan el Plan Ceibal; aunque cierto Dr. Nacionalista que se ha vuelto ya recurrente en el presente artículo pretende equipararlo con lo que fue en su gestión la entrega de “pedacitos de plástico” (sic); léase Tarjeta Joven.

Mucho hablan pero en realidad nada dicen. Porque les conviene no profundizar, no discutir proyectos, no develar intereses.

Porque el proyecto de país que plantean nada tiene que ver con el que comenzó a construir el Frente Amplio en estos primeros cinco años: un Uruguay para todos, que vaya más allá de un simple eslogan de campaña, dejando de mirar el árbol que tenemos delante para pasar a ver el bosque en su conjunto.

Así, en conjunto y globalmente hay que analizar las políticas del actual Gobierno y se verá cual es la opción de país que conforman. Porque si bien es verdad que ningún otro partido en el Gobierno ha hecho tanto en tan poco tiempo como si lo hizo el Frente Amplio, también es claro que el proceso de transformación y mejora no se concreta de una día para el otro.

Por eso son necesarios cinco años más de Gobierno Frenteamplista, porque en este primer periodo se han establecido los importantes cimientos de un Uruguay para todos que es imprescindible seguir construyendo juntos.

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