miércoles, 8 de septiembre de 2010

No es un río, es un cielo azul que viaja...

Sobre el conflicto Uruguayo-Argentino

Por Rubén Martínez Huelmo

Seguramente el querido Aníbal Sampayo nunca hubiera imaginado un confl icto
entre uruguayos y argentinos en torno al río al que describió en una recordada poesía
que hacía abstracción de su delimitación, concentrando su paleta de poeta en toques
sociales de la vida sobre sus riberas.


El asunto es que un día, tras un proceso de algunos años se fueron acumulando
elementos que dieron lugar a que Argentina presentara ante la Corte Internacional de
Justicia una demanda contra la República Oriental del Uruguay.
Superaría ampliamente el espacio de esta nota describir los detalles de este asunto que poco a poco comienzan a quedar distante, pues simultáneamente se están operando
actos diplomáticos que accionarán por una nueva situación para el río Uruguay y por lo tanto un nuevo marco para las relaciones entre nuestros países.

Sin embargo mientras el 20 de abril pasado el juez Peter Tomka, vicepresidente de la Corte Internacional de Justicia le daba lectura al fallo sobre la denuncia argentina, sentí un retrogusto pues si bien se desestimaba que la planta en cuestión contaminara el río, al mismo tiempo se expresaba que nuestro país aparecía incumpliendo normas previstas en el Estatuto del Río Uruguay. “Una de cal y otra de arena” sentencio el Prof. Gros Espiell cuando hace años le pedimos un vaticinio sobre la finalización del diferendo, y así fue.

Más allá del clima de unidad nacional que impera en la actualidad con el fi nal de este episodio no compartí que los hechos llevaran a privilegiar una inversión, por grande que ella fuese, por sobre un Estatuto intrínsecamente vinculado al Tratado de Límites. Ningún país en el mundo juega con estos asuntos, por ello entiendo que esos aspectos formales fueron subestimados desde el comienzo al no procesarse por CARU la información respectiva, que en suma es lo que termina solicitando la Corte Internacional de Justicia que cumpla Uruguay y que es lo que se debió hacer.

Obviamente que no ayudó el uso político electoral que se le dio al problema desde
el lado argentino, ello erizó aún más las relaciones. Muchas veces la cosa tuvo ribetes absurdos, al punto que en Uruguay era mal visto tener opinión técnica adversa al monocultivo de los eucaliptos, de modo que para algunos el eucalipto terminó siendo una bandera absoluta. Del lado de los ambientalistas algunas de sus posturas llegaron al surrealismo, dicho esto con mucho respeto por el pueblo de Gualeguaychu. Ante la exacerbación del sentimiento nacionalista por parte de muchos actores aquello fue irrefrenable. Los que éramos participes de poner coto a ello tan solo dispusimos de lo que en la época se dio en llamar “encapsular el problema” y proseguir la marcha y el desarrollo de las relaciones y vínculos entre nuestras
naciones en otros terrenos, soslayando el confl icto hasta mejor oportunidad.

Hubo quienes señalaban la actitud de los ambientalistas y del Estado argentino como
ejemplo que llamaba a desengañarnos del MERCOSUR, al afectar el cumplimiento del
artículo primero del Tratado de Asunción, lejos de ello se entendía que lo prudente era también esperar un mejor momento, tratando de no ahondar aún más el problema.

También es cierto que el bloque regional en este tema no estuvo a la altura de las
circunstancias, seguramente que aún no esta maduro para ejercer en la materia, sin embargo ello no lo transforma en “el malo de la película”, como ciertos actores políticos pretendieron hacerlo, al no poder hacer cumplir el arbitraje favorable a Uruguay. Ya es materia entendida que el bloque es una entidad en desarrollo y
eso debemos asumirlo con humildad.

Sobre el final ya con un poco de cansancio de las partes, creo que todos necesitábamos a La Haya, para que sobre su veredicto imparcial uruguayos y argentinos tomaran impulso para restaurar sus longevas relaciones y entre todos llevarlas donde ellas se merecen.

Vale la pena compendiar los principios que ha sentado nuestro canciller Luis Almagro a la luz del veredicto de la Haya:

“El fallo deja enseñanzas muy buenas para el
futuro”.

“Uruguay debe atenerse a los acuerdos vigentes, a lo que marcan las instituciones a las que representamos y a lo que señalan los tratados
de los que somos parte”.

Las nuevas disposiciones que se están tomando en cuanto al monitoreo técnico
del río Uruguay, sumado a la inteligencia y simpatía personal de nuestros actuales
mandatarios sobre quienes han recaído las obligaciones que impone el veredicto de la
Corte Internacional de La Haya, nos hacen abrigar perspectivas halagüeñas para el futuro de uruguayos y argentinos. Si a ello sumamos que en un momento la administración uruguaya entendía que los temas pendientes eran más importantes que el diferendo del río Uruguay, ello lleva a razonar que en el futuro el diálogo será el mejor camino para progresar juntos.

Publicado en: Participando - setiembre 2010

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