sábado, 11 de agosto de 2007

Vino envenenado: el silencio cómplice de EEUU

A dónde irás, tirano,A dónde irás con las manosEnsangrentadas...¿Dónde las esconderás? (Araca la Cana, 1984)

El "Freedom of Information Act" es un instituto de la legislación estadounidense promulgado en 1966 como Ley de Libertad de Información.

Ella fue la primera ley en establecer en los Estados Unidos un derecho jurídico de acceso a información gubernamental y ha sido enmendada en reiteradas oportunidades.
Esta ley ha cobrado notoriedad en virtud de una conocida demanda judicial entablada por el ex senador Carlos Julio Pereyra ante nuestro Poder Judicial, quien ha denunciado el caso del asesinato de la recordada compatriota e infortunada Doña Cecilia Fontana de Heber.

El abogado de la causa, amparándose en la legalidad federal estadounidense mencionada anteriormente, ha avanzado con mucha eficacia y sagacidad en el sentido de develar un misterio de casi 30 años.

Recién ahora nos enteramos de que la Agencia Central de Información de los Estados Unidos tiene documentos que, por su importancia, podrían llevar ante nuestros estrados judiciales a los autores de tan execrable homicidio, pero lo que hace aun más ofensivo este triste asunto es que ha sido mantenido en el más absoluto y hermético secreto --ex profeso-- desde aquel mismo instante, hasta nuestros días, por las propias autoridades estadounidenses.

Sin embargo, la Central de Información norteamericana, basada en el propio articulado de la misma ley federal sobre Libertad de Información, rehúsa entregar esa documentación en consideración a que entiende que si desclasifica la misma comprometería la defensa nacional y la política exterior estadounidense en virtud de que descorrería un telón que involucra fuentes y métodos de la inteligencia de aquel país y por ende a los asesinos que se encubren.

Es evidente que este tema posee diferentes facetas, una es el desgarro de una distinguida y apreciada familia de nuestra sociedad uruguaya, integrada por notorios políticos, a cuyos integrantes todos conocemos y que aún llevan el dolor grabado en su alma y que como pobre consuelo ante aquel aberrante y cobarde hecho, han tenido la solidaridad de la gente de bien, sin distinción de banderías políticas.

Otro nivel concierne al Parlamento Nacional. Queda claro que las acciones de la dictadura apoyada por la política internacional de los Estados Unidos atentaron contra los ex senadores Carlos Julio Pereyra, Mario Heber y el ex diputado Lacalle Herrera, todos ellos electos por el mandato soberano del pueblo uruguayo.

Si sumamos a ellos la muerte de Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini, la persecución y las emboscadas que se le tendieron a Ferreira Aldunate y a otros parlamentarios con el objetivo de asesinarlos, debemos concluir entonces que nuestro Parlamento era un objetivo principal de las políticas estadounidenses --desestabilizadoras y antidemocráticas-- y de sus acólitos criollos, promotores de las dictaduras más sanguinarias de que tenga memoria América Latina.

Con este y otros casos similares guardamos una vieja indignación nacional sobre todo porque desde Estados Unidos se intenta dar, un día sí y otro también, "urbi et orbi", lecciones de libertad y democracia y aquí los viejos socios del proceso cívico militar y algunos tontos noveleros lo repiten, pretendiendo hacernos olvidar que a la vuelta de la esquina los Estados Unidos de Norteamérica tienen una historia que los inculpa de tener las manos manchadas de sangre, por este crimen y por muchos otros que se extienden por toda América Latina.

En otro acto de soberbia internacional, las autoridades estadounidenses niegan la posibilidad de conocer quiénes enviaron botellas con vino envenenado a tres integrantes del Parlamento uruguayo, lo que representa en realidad un acto de encubrimiento, hecho que a posteriori produjo el crimen de la señora Cecilia Fontana de Heber. Todo ello sin duda pudo haber extendido la mano criminal de aquella confabulación nefasta al seno de otros hogares, lo que en sustancia sigue siendo violatorio de los más elementales Derechos Humanos y un acto de terrorismo político que ha quedado grabado en la memoria colectiva de nuestro Uruguay.

Por supuesto que Estados Unidos le debe pedir perdón a la familia Heber, pero también debe disculparse con nuestro Parlamento Nacional, lo que equivale decir con nuestro pueblo. El hecho posee plena actualidad, porque las legislaturas significan la vigencia de la democracia, la continuidad en el tiempo de las libertades fundamentales y de todos los derechos que expresan los pueblos al elegir a sus representantes.

Es por ello que aquel atentado terrorista que tenía como objetivo a tres integrantes de nuestra casa y que tuvo un desenlace funesto, debe ser reexaminado con todas sus connotaciones y a la luz de las últimas informaciones censurado sin cortapisa. Ello en honor a nuestra dignidad nacional.

Diputado Rubén Martínez Huelmo

Artículo publicado en el diario "La República", Sábado, 11 de agosto, 2007

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